Leyendo las noticias, ayer me enteré que se está poniendo en marcha la ley de igualdad de trato, a través del Ministerio de Igualdad. Esta ley se basa en una normativa europea, que se centra en seis aspectos de la discriminación: raza, sexo, creencias religiosas, edad, discapacidad y orientación sexual. Mientras que la normativa europea se centra en estos temas, la normativa española pretende abrirla a un nuevo eje, la discriminación por cuestiones físicas.
Cuenta la noticia, que en España hay datos que avalan la discriminación a obesos, personas de mediana edad, además de las discriminaciones asociadas al hecho de ser mujer, como pueden ser las madres de familia numerosa, a las que se le suponen cargas que les impedirán cumplir con el trabajo.
Discriminación por aspecto físico…
Cuestión difícil de legislar, todos nos hemos encontrado con un anuncio o donde los cánones de belleza, o cualidades físicas primaban a la hora de conseguir el puesto. ¿Podría una chica obesa regentar un establecimiento de belleza? ¿Podría un señor de 55 años ser un buen secretario de dirección? La respuesta es sí.
Parece una utopía, pero nada tiene que ver con las cualidades físicas, las competencias de las personas. Si estamos seleccionando personal por cuestiones físicas, dónde quedan los modelos de selección de competencias o de descripción de perfil del puesto.
Discriminación por edad…
Si hablamos de recolocación o outplacement, ¿no sería necesario redefinir los cánones físicos.? Qué impide a un señor o señora de mediana edad llevar bien su trabajo, aunque su físico no sea el de una persona de veinte o treinta.
Como ejemplo, el otro día comiendo en una franquicia de comida rápida me sorprendió que una señora de mediana edad estuviese trabajando allí, cuando asociamos a la juventud a sus trabajadores, así como su estrategia empresarial, además de su público objetivo. Se equivocaban los que contrataron a esta señora o nos equivocamos los demás a no flexibilizar nuestros pensamientos y adoptar nuevos parámetros en selección de personal.
Lo que parece evidente es que si en una sociedad en la que la emancipación familiar se alarga, la juventud se estira, y el aspecto físico mejora notablemente así como nuestra esperanza de vida; sería beneficioso replantearse todos los parámetros, características y aspectos que determinan un puesto de trabajo para ampliar la mira y los horizontes, además de destruir cánones de belleza y aspecto físico que sesgan nuestros procesos selectivos.