Supongo que muchos de las/os que leéis este blog habréis dicho: Esta muchacha (es por quitarme años) qué nos va a contar hoy… Pues voy a hablar del lenguaje, o mejor dicho de los eufemismos que últimamente pueblan el ecosistema de recursos humanos.
Nota: el título del post es el título de un fantástico libro, en sí es un eufemismo para contar una historia triste y muy común que leí hace más de 15 años.
Si esta es la primera vez que me lees, bienvenida/a a lo poco políticamente correcto, las medias tintas no van conmigo (aviso, hoy tampoco me tomé la medicación, abstenerse haters).
Por qué lo llaman gestión de personas cuando quieren decir …
El eterno debate de cómo debemos llamar a este área o sector siempre ha estado y está presente. Muchos se echan las manos a la cabeza y resoplan cuando dices RR.HH. y te espetan: las personas no son recursos, son personas; es como cosificar a la gente, bla, bla, bla…
Acabáramos, lo importante no es cómo se llama a las cosas, lo importante es que hago cuando nombro de determinada manera a las cosas, esta utilización torticera y perversa del lenguaje hace mucho daño. No importa si lo llamas gestión de personas, desarrollo de talento, si luego tus prácticas son todo lo contrario, horarios infumables, prácticas poco «humanas», personas tratadas como «recursos». Pensemos más en qué hemos de hacer para humanizar, en lugar de discutir cómo nos llamamos.
Estoy pensando que igual podemos llamarlo el departamento de «meta personas» por aquello de ser una visionaria e ir más allá.
Los trabajadores ya no son trabajadores, son gerentes, jefes…
Qué bien nos iría si a muchos no les avergonzarse llamarse trabajadores. Todo esto viene porque lo que me encuentro en muchas empresas, y recientemente el programa de Salvados sobre Mercadona, incidía en ello. Los miembros de la plantilla son jefes. ¿Pero qué tonterías son éstas? La dignidad y la validez de un puesto de trabajo no viene por su nombre, ni ser jefe te hace sentirte mejor dentro de un organigrama. Supongo que quién ideó esto, pensó que en un mundo paralelo virtual donde todo funciona bajo la batuta del jefe (que en este caso no es jefe, sino el cliente) iría mucho mejor. En definitiva, de frenopático. Si llamo vendedor, cajero/a, reponedor/a, pescadera/o, carnicera/o, ¿no voy a conseguir el mismo nivel de implicación?. Si una persona piensa que su valía está en la denominación de su puesto, algo estamos haciendo muy mal.
Yo CEO; tu CEO, ella CEO y tod@s CEO. (CEOlandia)
A este paso, no va a haber plantillas, solo CEO´s. Parece todo el mundo manda, que todo el mundo es CEO, aunque sea un trabajador autónomo o freelance (vamos autónomo en cool, sí ya sé que yo también lo digo) Tanta necesidad hay de llamarse jefe o considerarse jefe, mi no comprender… Conozco a CEO´s que sólo son ellos mismos, a quién mandan, qué equipos gestionan, hay un problema de disociación… También existen directores, porque los/as hay a los que le gusta mucho el español, y son sólo autónomos con titulo: director/a de mi empresa S.A. (yo también, mis padres se van a poner muy contentos, por fin la nena es directora de algo). ¿En serio?
Crea intraemprendedores.
Reconozco que cuando escuché esta palabra hace 7 años, me costó Dios y ayuda entenderla (sí, no me da para más el cerebro) ¿De verdad están las empresas españolas preparadas para tener intraemprendedores? El último caso de «intraemprendedurismo» que conozco es una gran empresa española en expansión internacional, que ha reducido a la mitad el sueldo y la jornada de su empleados, pero que les anima a crear blogs y contenidos para la plataforma on-line que han lanzado, eso sí «by de face» y con un bonito eslogan de marca personal. Estamos muy mal, pero que muy mal… Si el intraemprendurismo es seguir haciendo lo mismo pero bajo la premisa, de tu ideas y yo cobro, o en detrimento, me generas ingresos a coste cero, no quiero ser intraemprendedora (que igual nadie me ha preguntado, pero yo ya lo digo).
A cualquier cosa le llaman coaching.
Lo que más me gusta es cuando alguien lo pronuncia igual que se lee: co-a-ching. Aquí cualquiera es coach, que te doy un consejo, pues coach, que te indico cómo hacer tal cosa, coach, que no sé cómo hacer más estupendo mi negocio, pues lo apellido coaching. El día que se pase de moda el coaching, este país entra en crisis al instante, debemos tener la ratio de coaches más alta del mundo.
Lo dicho, muchas «postverdades» porque ahora ya no se miente, hay postverdad. Este es el lenguaje perdido de las grúas, el lenguaje perverso de los eufemismos para todos y la hipocresía como bandera.
Creo que este vídeo de Denzel Washinton apunta en esta dirección sobre las verdades y las cosas que se dicen…